Los problemas genéticos han persistido a través de los años, cada vez es más común notar esas enfermedades poco conocidas en el mundo.
Sin embargo a pesar de que la ciencia ha avanzado y los tratamientos son más eficaces, los costos de los mismos no están al alcance de cualquier persona.
Tal fue el caso de Zara Hartshorn, oriunda de Inglaterra; hija de una familia promedio de 7 hermanos de los cuales 3 (incluyendo a Zara) han padecido un curioso mal genético, heredado por su familia materna, del que no tenían conocimiento hasta fechas recientes.
La enfermedad de la familia Hartshorn consistía en una elasticidad en la piel que producía arrugas y daños en la misma, dando la sensación de tener mucha más edad de la que realmente poseía.
Los doctores determinaron que la condición se denominaba Cutix Laxa y tenía síntomas que podían traer consecuencias mayores a largo plazo.
Problemas en salud y autoestima era lo único que tenía Zara
Desde muy jóvenes Zara con sus hermanos recibieron burlas por parte de compañeros de escuela, recibían apodos poco apropiados para niños de su edad los cuales minaron en su autoestima y su forma de desenvolverse.
Por lo tanto a Zara siempre le atrajo la idea de realizar una cirugía que cambiara su apariencia para poder mejorar su relación y su desenvolvimiento con las personas.
La cirugía que Zara esperaba realizar no podía ser financiada por una ayuda en su país, y su familia carecía de recursos para realizarla; sin embargo un equipo de investigadores Americanos se interesó en su caso, decidió estudiar su condición y realizar todos los tratamientos necesarios corriendo con todos los gastos.
El estudio reveló que la condición era más allá del problema físico, la familia que padecía esta enfermedad podía sufrir graves consecuencias a mediano o largo plazo como quedar paralítico, con necesidad de oxígeno o en el peor de los casos, podía ocasionarle la muerte.
Aún con un diagnóstico desalentador, Zara se mantuvo firme en su deseo de realizar una cirugía plástica con la que acomodaron la piel y los rasgos que le hacían lucir mayor.
El éxito del tratamiento le permitió tener más confianza en sí misma, quererse y verse nuevamente como una persona hermosa y rejuvenecida.
Esa confianza le da la fuerza para sobrellevar su compleja enfermedad y los cuidados a los que debe someterse regularmente de ahora en adelante.
Pero si una cosa es segura es que gracias a la ayuda que le fue proporcionada, su esperanza de vida ha aumentado y son mayores las ganas de Zara en enfrentar los nuevos retos que vienen por delante, por primera vez debe sentirse muy feliz de vivir.